Y TODAVIA HAY MAS...
La preparación de un clima propicio pro
independencia patria, el propio momento de las luchas independentistas y luego
el lento proceso de adaptación dentro de un nuevo clima político, fueron
marcados obstáculos para el desarrollo teatral de Guatemala. Además, la escasez
de vías de comunicación, la falta de energía eléctrica, el puritanismo excesivo,
los prejuicios religiosos y el alto índice de analfabetismo, contribuyeron al
cierre de puertas al arte y a la cultura en general, pues las nuevas inquietudes
intelectuales tendían a la política y por ende, al campo ideológico (conservador
y liberal).
La construcción del edificio para un teatro
guatemalteco se inició en la administración del doctor Mariano Gálvez, jefe del
Estado de Guatemala, según decreto del de agosto de 1832. Se decidió hacer tal
edificio en medio de la Plaza Vieja, por una compañía de accionistas y a cargo
del arquitecto Miguel Rivera Maestre. Es indudable que tal construcción sufrió
múltiples recesos, pues fue inaugurado el 23 de octubre de 1859, precisamente
como parte de los festejos del cumpleaños del presidente de Guatemala, Rafael
Carrera.
Antes de la inauguración del Teatro Carrera,
existía un pequeño teatro llamado Las Carnicerías, en el cual actuaron grupos de
“drama de capa y espada” durante los años 1843 a 1862, según lo informa René
García Mejía en su obra “Raíces del teatro guatemalteco”.
Al ser clausurado el teatro Las Carnicerías, se
abrió otro llamado Oriente, en donde actuaban aficionados de la ópera y el
drama, entre quienes figuran como iniciadores: Petrona Romero, Anastasia Romero,
Alejo Paniagua y Felipe Ortiz, Todos dirigidos por Benedicto Sáenz (1815-1857),
primero guatemalteco que montó óperas traducidas, por él mismo, al castellano
como: La italiana en Argel, La hija del regimiento, La sonámbula, Belisario, y
otras, puestas en escena antes de que el público pudiera ver compañías
extranjeras.
Por esos años ya estaba abierto el teatro
Variedades, propiedad de Julián Rivera, en donde actuó una compañía dramática
guatemalteca formada por un español de apellido Pineda.
Ahora bien, el año de 1852, Juan Matheu y Manuel
F. Pavón presentaron el proyecto de un teatro al presidente de la república,
general Rafael Carrera. Una vez autorizado el proyecto, se decidió el lugar en
el cual debería construirse, si en donde estaba Las Carnicerías o en la Plaza
Vieja, como había pensado don Mariano Gálvez. En efecto, Carrera decidió que el
edificio se levantara en esta Plaza Vieja que sería la plaza mayor de la ciudad.
Juan Matheu y Ruiz de Santisteban fueron comisionados para llevar a cabo tal
disposición.
Se dio al ingeniero Miguel Rivera Maestre la
dirección del edificio, pero él inició solamente y renunció; lo sustituyó José
Beckers, especializado en Alemania. Beckers modificó los planos de Maestre.
Pedro Pérez Valenzuela en El Imparcial (4 de octubre 1979), dice: “le hizo
variaciones al proyecto primitivo y agregó el vestíbulo que tanto hermoseaba la
fachada de la fábrica, que era clásica, de marcado helenismo, austera e
imponente. En la espaciosa plaza ocupaba el centro y lo rodeaba una balaustrada
de calicanto, entre la cual y el edificio había una alameda de naranjos, que la
embellecía”.
El día de inauguración del Teatro Carrera se
presentó la obra Torcuato Tasso, de Goldini, presentada por la compañía de
Iglesias. El acto se inició con una obertura orquestal y la lectura de una oda
del poeta español Manuel P. de la Ala, redactor del periódico londinense La
Península Ibérica, y que se encontraba de paso en Guatemala.
Al triunfo de la revolución liberal de 1871 se
cambió el nombre de este teatro y se le llamó Teatro Nacional. Más tarde se le
dio el nombre de Teatro Colón, cuando la colonia italiana en Guatemala obsequió
una estatua de mármol de descubridor de América, en 1892. Pérez Valenzuela dice
que es muy posible que esta estatua este ahora en el Colegio de Infantes. Este
teatro Colón, fue derribado a raíz de la revolución de 1944 con el templo de
Minerva construido por Manuel Estrada Cabrera.
El Teatro Colón, fue centro de arte
centroamericano durante muchos años, a él llegaron compañías importantes de
ópera, opereta, zarzuela, drama y hasta hipnotizadores famosos. Ya en el siglo
veinte, año 1911, 15 de septiembre, en él se rindió homenaje a Rafael Álvarez,
compositor del himno nacional de Guatemala, y al poeta José Joaquín Palma, autor
de la letra del mismo. Ellos fueron condecorados por el dramaturgo y poeta
Manuel Valle.
A este teatro solamente se permitía el ingreso a
las personas que se presentaban con traje oscuro, este requisito era cumplido
por estudiantes, obreros, profesionales, políticos y todos los espectadores en
general.
En un principio se prohibió a los actores
guatemaltecos hacer uso de las instalaciones del Teatro Carrera. Una vez
realizada la revolución de 1871, con el gobierno del general Justo Rufino
barrios y Miguel García Granados, se permitió a nuestros artistas actuar en este
escenario.
independencia patria, el propio momento de las luchas independentistas y luego
el lento proceso de adaptación dentro de un nuevo clima político, fueron
marcados obstáculos para el desarrollo teatral de Guatemala. Además, la escasez
de vías de comunicación, la falta de energía eléctrica, el puritanismo excesivo,
los prejuicios religiosos y el alto índice de analfabetismo, contribuyeron al
cierre de puertas al arte y a la cultura en general, pues las nuevas inquietudes
intelectuales tendían a la política y por ende, al campo ideológico (conservador
y liberal).
La construcción del edificio para un teatro
guatemalteco se inició en la administración del doctor Mariano Gálvez, jefe del
Estado de Guatemala, según decreto del de agosto de 1832. Se decidió hacer tal
edificio en medio de la Plaza Vieja, por una compañía de accionistas y a cargo
del arquitecto Miguel Rivera Maestre. Es indudable que tal construcción sufrió
múltiples recesos, pues fue inaugurado el 23 de octubre de 1859, precisamente
como parte de los festejos del cumpleaños del presidente de Guatemala, Rafael
Carrera.
Antes de la inauguración del Teatro Carrera,
existía un pequeño teatro llamado Las Carnicerías, en el cual actuaron grupos de
“drama de capa y espada” durante los años 1843 a 1862, según lo informa René
García Mejía en su obra “Raíces del teatro guatemalteco”.
Al ser clausurado el teatro Las Carnicerías, se
abrió otro llamado Oriente, en donde actuaban aficionados de la ópera y el
drama, entre quienes figuran como iniciadores: Petrona Romero, Anastasia Romero,
Alejo Paniagua y Felipe Ortiz, Todos dirigidos por Benedicto Sáenz (1815-1857),
primero guatemalteco que montó óperas traducidas, por él mismo, al castellano
como: La italiana en Argel, La hija del regimiento, La sonámbula, Belisario, y
otras, puestas en escena antes de que el público pudiera ver compañías
extranjeras.
Por esos años ya estaba abierto el teatro
Variedades, propiedad de Julián Rivera, en donde actuó una compañía dramática
guatemalteca formada por un español de apellido Pineda.
Ahora bien, el año de 1852, Juan Matheu y Manuel
F. Pavón presentaron el proyecto de un teatro al presidente de la república,
general Rafael Carrera. Una vez autorizado el proyecto, se decidió el lugar en
el cual debería construirse, si en donde estaba Las Carnicerías o en la Plaza
Vieja, como había pensado don Mariano Gálvez. En efecto, Carrera decidió que el
edificio se levantara en esta Plaza Vieja que sería la plaza mayor de la ciudad.
Juan Matheu y Ruiz de Santisteban fueron comisionados para llevar a cabo tal
disposición.
Se dio al ingeniero Miguel Rivera Maestre la
dirección del edificio, pero él inició solamente y renunció; lo sustituyó José
Beckers, especializado en Alemania. Beckers modificó los planos de Maestre.
Pedro Pérez Valenzuela en El Imparcial (4 de octubre 1979), dice: “le hizo
variaciones al proyecto primitivo y agregó el vestíbulo que tanto hermoseaba la
fachada de la fábrica, que era clásica, de marcado helenismo, austera e
imponente. En la espaciosa plaza ocupaba el centro y lo rodeaba una balaustrada
de calicanto, entre la cual y el edificio había una alameda de naranjos, que la
embellecía”.
El día de inauguración del Teatro Carrera se
presentó la obra Torcuato Tasso, de Goldini, presentada por la compañía de
Iglesias. El acto se inició con una obertura orquestal y la lectura de una oda
del poeta español Manuel P. de la Ala, redactor del periódico londinense La
Península Ibérica, y que se encontraba de paso en Guatemala.
Al triunfo de la revolución liberal de 1871 se
cambió el nombre de este teatro y se le llamó Teatro Nacional. Más tarde se le
dio el nombre de Teatro Colón, cuando la colonia italiana en Guatemala obsequió
una estatua de mármol de descubridor de América, en 1892. Pérez Valenzuela dice
que es muy posible que esta estatua este ahora en el Colegio de Infantes. Este
teatro Colón, fue derribado a raíz de la revolución de 1944 con el templo de
Minerva construido por Manuel Estrada Cabrera.
El Teatro Colón, fue centro de arte
centroamericano durante muchos años, a él llegaron compañías importantes de
ópera, opereta, zarzuela, drama y hasta hipnotizadores famosos. Ya en el siglo
veinte, año 1911, 15 de septiembre, en él se rindió homenaje a Rafael Álvarez,
compositor del himno nacional de Guatemala, y al poeta José Joaquín Palma, autor
de la letra del mismo. Ellos fueron condecorados por el dramaturgo y poeta
Manuel Valle.
A este teatro solamente se permitía el ingreso a
las personas que se presentaban con traje oscuro, este requisito era cumplido
por estudiantes, obreros, profesionales, políticos y todos los espectadores en
general.
En un principio se prohibió a los actores
guatemaltecos hacer uso de las instalaciones del Teatro Carrera. Una vez
realizada la revolución de 1871, con el gobierno del general Justo Rufino
barrios y Miguel García Granados, se permitió a nuestros artistas actuar en este
escenario.